Un verdadero creyente
consciente de su dignidad
de Hijo de Dios
rechaza con nausea
todo lo bajo y chabacano
y medita y disfruta
de las verdades contenidas
en la Sagradas Escrituras..
No se obsesiona por efímeros
placeres de este mundo
y sólo busca poder contemplar
la Gloria y la Majestad de Dios...