viernes, 6 de julio de 2012

AQUI ME TIENES...



Hoy, Señor, me presento ante ti
con todo lo que soy y lo que tengo.
Acudo a ti como persona sedienta, necesitada...
porque sé que en ti encontraré respuesta.
Siento que no puedo vivir con la duda todo el tiempo
y que se acerca el momento de tomar una decisión.
Deseo ponerme ante ti con un corazón abierto como el de María,
con los ojos fijos en ti esperando que me dirijas tu Palabra.
Deseo ponerme ante ti como Abraham,
con el corazón lleno de tu esperanza,
poniendo mi vida en tus manos.
Deseo ponerme ante ti como Samuel,
con los oídos y el corazón dispuestos a escuchar tu voluntad.
Aquí me tienes, Señor,
con un deseo profundo de conocer tus designios.
Quisiera tener la seguridad
de saber lo que me pides en este momento;
quisiera que me hablases claramente, como a Samuel.
Muchas veces vivo en la eterna duda.
Vivo entre dos fuerzas opuestas que me provocan indecisión
y en medio de todo no acabo de ver claro.
Sácame, Señor, de esta confusión en que vivo.
Quiero saber con certeza el camino que tengo que seguir.
Quiero entrar dentro de mí mismo
y encontrar la fuerza suficiente
para darte una respuesta sin excusas, sin pretextos.
Quiero perder tantos miedos
que me impiden ver claro
el proyecto de vida que puedas tener sobre mí.
¿Qué quieres de mí, Señor? ¡Respóndeme!
¿Quieres que sea un discípulo tuyo
para anunciarte en medio de este mundo?
Señor, ¿qué esperas de mí? ¿por qué yo y no otro?
¿Cómo tener la seguridad de que es este mi camino y no otro?
En medio de este enjambre de dudas
quiero que sepas, Señor, que haré lo que me pidas.
Si me quieres para anunciar tu Reino, cuenta conmigo, Señor.
Si necesitas mi colaboración
para llevar a todas las personas con las que me encuentre hacia ti,
cuenta conmigo, Señor.
Si me llamas a ser testigo tuyo de una forma más radical
como consagrado en medio de los hombres,
cuenta conmigo, Señor.
Y si estás con deseos de dirigir tu Palabra a mi oídos y a mi corazón,
habla, Señor, que tu siervo escucha.

miércoles, 4 de julio de 2012

PRECIOSISIMA SANGRE

Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía
 (Mt. 26)

ADONDE HEMOS DE IR....


A quién he de pedir,
sino a Ti,
Corazón inagotable
de gracias y bendiciones.
A dónde he de buscar,
sino en los tesoros de tu Corazón,
fuente de la clemencia
y de la generosidad divina.
A dónde he de llamar
sino a la puerta
de ese Corazón Sagrado,
a través del cual
Dios viene a nosotros,
y por medio del cual
vamos a Dios’.
En Ti
encontramos consuelo,
cuando afligidos y perseguidos
pedimos protección;
cuando abrumados
por nuestra cruz,
buscamos ayuda;
cuando la angustia,
la enfermedad,
la pobreza o el fracaso
nos impulsan a buscar
una fuerza superior
a las fuerzas humanas.
Creo firmemente,
que tu corazón generoso
encontrará en mis miserias,
en mis tribulaciones,
y en mis angustias,
motivos para oír

mis más caras peticiones.

ESPERA EN EL SEÑOR

Espera en el Señor.
Sé valiente,
ten ánimo,
espera en el Señor.

Salmo 26