sábado, 24 de julio de 2010

We Are The Children Of The World

jueves, 22 de julio de 2010

ORACION


Señor,
Tu conoces mi vida y sabes mi dolor,
Haz visto mis ojos llorar,
Mi rostro entristecerse,
Mi cuerpo lleno de dolencias
Y mi alma traspasada por la angustia.

Lo mismo que te pasó a ti
Cuando, camino de la cruz,
Todos te abandonaron
Hazme comprender tus sufrimientos
Y con ellos el Amor
que Tu nos tienes.

Y que yo también aprenda
Que uniendo mis dolores a Tus Dolores
Tienen un valor redentor
por mis hermanos.

Ayúdame a sufrir con Amor,
Hasta con alegría.
Sí no es ¨posible que pase de mi este cáliz¨.
Te pido por todos los que sufren:
Por los enfermos como yo
Por los pobres, los abandonados,
los desvalidos, los que no tienen
cariño ni comprensión y se sienten solos.

Señor:
Sé que también el dolor lo permites Tu
Para mayor bien de los que te amamos.
Haz que estas dolencias que me aquejan,
Me purifiquen, me hagan más humano,
Me transformen y me acerque mas a Ti.
Amén.

Juan Pablo II
Karol Wojtyla
18/05/1920

lunes, 19 de julio de 2010

MEDITACION XLII (NADIE)

Nadie alcanza la meta
con un solo intento
ni perfecciona la vida
con una sola rectificación,
ni alcanza altura con un solo vuelo.
 
Nadie camina la vida
sin haber pisado en falso muchas veces.
 
Nadie recoge cosechas
sin probar muchos sabores,
enterrar muchas semillas
y abonar mucha tierra.
 
Nadie mira la vida
sin acobardarse en muchas ocasiones,
ni se mete en barco
sin temerle a la tempestad
ni llega a puerto
sin remar muchas veces.
 
Nadie siente el amor
sin probar sus lágrimas
ni recoge rosas
sin sentir sus espinas.
 
Nadie hace obras
sin martillar sobre un edificio
ni cultiva la amistad
sin renunciar a sí mismo,
ni se hace hombre
sin sentir a Dios.
 
Nadie llega a la otra orilla
sin haber ido
haciendo puentes para pasar.
 
Nadie deja el alma lustrosa
sin el pulimento diario de Dios.
 
Nadie puede juzgar
sin conocer primero
su propia debilidad.
 
Nadie consigue su ideal
sin haber pensado muchas veces
que perseguía un imposible.
 
Nadie conoce la oportunidad
hasta que ésta
pasa por su lado y la deja ir.
 
Nadie encuentra el pozo de Dios,
hasta caminar por la sed del desierto.
 
Pero nadie deja de llegar
cuando tiene la claridad de un don,
el crecimiento de su voluntad,
la abundancia de la vida,
el poder para realizarse
y el impulso de la fe
que Dios nos da.
 
Nadie deja de llegar
cuando en verdad se lo propone.
 
Si sacas todo lo que tienes,
crees en Dios y estás con Él...
vas a llegar...

LO QUE TU DIGAS


 
Vuestra soy, para vos nací:
¿qué mandáis hacer de mi?
 
Vuestra soy pues me criasteis;
vuestra, pues me redimisteis;
vuestra, pues que me sufristeis;
vuestra, pues que me llamasteis;
vuestra, porque me esperasteis;
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mi?
 
Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición.
Dulce Esposo y Redención,
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mi?
 
Dadme muerte, dadme vida,
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué queréis hacer de mi?
 
Santa Teresa de Jesús
Doctora de la Iglesia

QUE SEAS TU SEÑOR




 
Que seas tu Señor
el que cuida mi casa, el que protege a mi familia,
el que me guarda de todo mal;
Que sea yo, Señor,
el que te busca, el que confía en ti,
el que vive una vida de fe.

Que seas tu Señor
el que me enseña, el que me guía,
el que me conduce por los caminos de la vida.
Que sea yo, Señor,
el que quiera aprender; el que se deja guiar;
el que escudriña en tu Palabra buscando tu Voluntad a cada paso.

Que seas tu, Señor,
el que me sostiene, el que me anima,
el que fortalece mis rodillas manteniéndome de pie
en los momentos de dolor.
Que sea yo, Señor,
el que acompaña al más débil,
el que se solidariza con los que sufren,
el que te da de comer de beber y te visita cuando estás enfermo.
 
Que seas tu, Señor,
El que gobierna...
Que sea yo, Señor,
El que acude a tu llamado,
el que va donde tu le mandes,
el que da la vida por tu Reino.

MISERICORDES (S 50)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
ocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
nseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.