lunes, 19 de julio de 2010

MEDITACION XLII (NADIE)

Nadie alcanza la meta
con un solo intento
ni perfecciona la vida
con una sola rectificación,
ni alcanza altura con un solo vuelo.
 
Nadie camina la vida
sin haber pisado en falso muchas veces.
 
Nadie recoge cosechas
sin probar muchos sabores,
enterrar muchas semillas
y abonar mucha tierra.
 
Nadie mira la vida
sin acobardarse en muchas ocasiones,
ni se mete en barco
sin temerle a la tempestad
ni llega a puerto
sin remar muchas veces.
 
Nadie siente el amor
sin probar sus lágrimas
ni recoge rosas
sin sentir sus espinas.
 
Nadie hace obras
sin martillar sobre un edificio
ni cultiva la amistad
sin renunciar a sí mismo,
ni se hace hombre
sin sentir a Dios.
 
Nadie llega a la otra orilla
sin haber ido
haciendo puentes para pasar.
 
Nadie deja el alma lustrosa
sin el pulimento diario de Dios.
 
Nadie puede juzgar
sin conocer primero
su propia debilidad.
 
Nadie consigue su ideal
sin haber pensado muchas veces
que perseguía un imposible.
 
Nadie conoce la oportunidad
hasta que ésta
pasa por su lado y la deja ir.
 
Nadie encuentra el pozo de Dios,
hasta caminar por la sed del desierto.
 
Pero nadie deja de llegar
cuando tiene la claridad de un don,
el crecimiento de su voluntad,
la abundancia de la vida,
el poder para realizarse
y el impulso de la fe
que Dios nos da.
 
Nadie deja de llegar
cuando en verdad se lo propone.
 
Si sacas todo lo que tienes,
crees en Dios y estás con Él...
vas a llegar...