Amad, honrad y servid a María.
Procurad que sea conocida,
amada y honrada por los demás.
No sólo no perecerá un hijo
que haya honrado a esta madre,
sino que podrá aspirar también
a una gran corona en el cielo.
Estamos en este mundo
como en un mar borrascoso,
como en un destierro,
en un valle de lágrimas.
María es la estrella del mar,
el consuelo de nuestro destierro,
la luz que nos indica el camino del cielo
enjugando nuestras lágrimas.
Como las madres de verdad
no abandonan nunca a sus hijos,
del mismo modo Maria no abandona
a sus hijos durante la vida.
María nos asegura
que si somos devotos suyos,
nos tendrá como hijos suyos,
nos cubrirá con su manto,
nos colmará de bendiciones
en este mundo
y nos guiara después el Paraíso.
San Juan Bosco