El 13 de mayo, los tres niños
se encontraban en la Cova de Iria,
cuando vieron una luz como un relámpago, creyeron que era una tormenta e intentaron irse,
pero otro rayo de luz los detuvo,
y de repente por encima de un arbusto
apareció Nuestra Señora vestida de blanco,
brillaba como el sol
y en la mano llevaba un Rosario.
Y La Virgen les hablo así:
"No tengan miedo.
No les haré daño."
Lucia pregunto:
¿De dónde es su merced?
La Virgen María respondió:
Mi lugar es el cielo.
Y el diálogo siguió, más o menos de esta manera:
¿Y qué desea de nosotros?
Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes.
En octubre les diré quién soy
y qué es lo que quiero.
Lucía le pregunto:
¿Nosotros también iremos al cielo?
Jacinta y Tú, sí.
¿Y Francisco?, preguntó Lucía,
El también irá al cielo,
pero antes tendrá que rezar mucho.
¿Quieren ofrecerse al Señor
y estar prontos para aceptar con generosidad
lo que Dios permita que les llegue
y ofrecerlo todo en desagravio por las ofensas
que se hacen a Nuestro Señor?
Sí, Señora, queremos,
respondieron los pastorcitos.
La Santísima Virgen les dijo:
Tendrán ocasión de padecer y sufrir,
pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá.
Pasados unos minutos Nuestra Señora agregó:
Rezad el rosario todos los días
para alcanzar la paz del mundo
y el fin de la guerra.
Luego se elevó y desapareció.