Así como las flores abren sus petalos
al despuntar el alba y reciben el rocio de cada amanecer, así también los seres humanos necesitamos
abrir nuestro corazón para recibir el amor de Dios
y llenarnos de su fortaleza y sabiduría para enfrentar
el reto de cada día y luchar incansablemente
hasta conseguir que nuestros sueños
se conviertan en una hermosa realidad.